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Se trata de una historia agradable, tanto para mayores como para niños. La obra se centra en una familia que se acaba de mudar a una casa con un amplio jardín, donde se habían acomodado tres ratas. Por circunstancias que se explican en la lectura del libro, estas ratas comen un producto químico y evolucionan de forma rápida, motivo por el cual se van haciendo cada vez más grandes y peligrosas. El papá de los niños salió a trabajar fuera. La mamá y los niños quedaron solos y desprotegidos. Tenían un perro al que las ratas perseguían e intentaban atacar. Un día, el más pequeño de la familia, Daniel, las vio subir por la pared y se asustó mucho. Por ello, cerró la ventana de golpe y salió corriendo, gritando y llamando a su madre, muy asustado. Su madre le escuchó y consoló, pero no creyó que fuesen tan grandes como el niño le explicaba, abriendo los brazos para señalar su tamaño. Tampoco le creyeron los niños del colegio, que le trataban de mentiroso y se burlaban de él. El niño no quería ni salir de la casa y pasaba mucho miedo. Un día, por fin, su madre las vio. Enseguida llamó a su hermana, tía de los niños, y ambas intentaron salir de casa, pero por algunas circunstancias no pudieron abrir la puerta. Llamaron a la policía, pero tampoco las creyeron. Así que ellas dos intentaron acabar con las enormes ratas mientras los niños dormían para no asustarlos. Pero eran demasiado grandes y tuvieron muchos problemas, hasta que la policía se dignó a pasar, y a ellos también los atacaron, ya que eran tan grandes como ellos mismos. Finalmente, tuvieron un feliz desenlace, pero podía haber ocurrido alguna desgracia. Esta noticia apareció en el periódico y todos pidieron disculpas al niño.
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